Las cifras son alarmantes. Cada año según la ONU, los océanos reciben entre 8 y 13 millones de toneladas de plástico, plástico que amenaza la vida marina y humana destruyendo los ecosistemas naturales. Dentro de ese plástico las bolsas fabricadas con este material llevan la delantera y se estima que el consumo de estas bordea el millón por minuto a nivel mundial. Los entendidos calculan que una de estas bolsas su vida útil es en promedio un minuto, pero la misma tarda 500 años en degradarse. Ante estos alarmantes datos nuestro país tomo cartas en el asunto y el gobierno de Michelle Bachelet dio inicio a lo que sería el término de la entrega gratis de bolsas plásticas en nuestro país. Esto se llevaría a cabo de forma gradual, partiendo por las comunas costeras para terminar con la prohibición total en todo el territorio nacional. Pero fue este gobierno el que decidió terminar definitivamente con la entrega de estas bolsas aprobándose la Ley Nº 21.100 que: PROHÍBE LA ENTREGA DE BOLSAS PLÁSTICAS DE COMERCIO EN TODO EL TERRITORIO NACIONAL.
Hasta ahí todo
marchaba bien, pero donde está a mi juicio lo “malo”, es que esta ley en su
artículo 3º prohíbe a los establecimientos de comercio la entrega, a cualquier
título, de bolsas plásticas de comercio, pero se excluyen de esta prohibición las bolsas que constituyan el envase
primario de alimentos, que sea necesario por razones higiénicas o porque su
uso ayude a prevenir el desperdicio de alimentos. Hecha la ley hecha la trampa
dirán los entendidos, pero en rigor, lo que no encuentro justo es que seamos
solo los ciudadanos los que nuevamente debamos “pagar” los “costos” de esta nueva
ley.
Se lo explico con el
siguiente ejemplo: Cuando usted va al supermercado o al almacén de la esquina
vuele con muchos productos que vienen envasados justamente en bolsas plásticas
(Arroz, azúcar, fideos, detergentes, etc) quedando demostrado entonces que,
nosotros hacemos el esfuerzo por cambiar la costumbre de usar bolsas plásticas,
pero no se le exige lo mismo al otro actor que también contamina tanto o más
que nosotros y eso no es justo. En resumen, esta es una ley que traspasa el costo a la gente, al ciudadano y no
obliga al empresario a usar envases ecológicos o plástico biodegradable, por lo
tanto, es una ley que aparenta cuidar el medio ambiente pero que no resuelve el
fondo del problema. Chile, como primer país en prohibir las bolsas plásticas en
América tuvo la gran oportunidad de tomar un rol protagónico en la prohibición
y reducción de este material, pero de forma pareja y equitativa y no lo
hizo.
En nuestra comuna de Til Til hace bastante tiempo
algunos almacenes partieron eliminando las bolsas de plástico mucho antes de
que fuera obligatorio por ley y eso habla bien de nuestros vecinos almaceneros,
pero rápidamente fueron sustituidas por cambuchos de papel que a diferencia de las bolsas plásticas
estos se cobran en promedio $50 cada uno. Al parecer estamos frente a otra
variante de negocio que si reporta ganancias a diferencia de la ya mencionada
bolsa plástica que se entregaba gratis. Negocio más negocio menos, en este
punto también tengo mis aprehensiones pues si bien el uso de bolsas plásticas
para compras tiene externalidades negativas que ya mencioné, no es menos grave
que los materiales de las bolsas alternativas (cambuchos) también tienen costos
para el medioambiente como por ejemplo el aumento del uso de papel y volvemos a
lo mismo. Otro dato importante es que según cálculos el 74% de los chilenos usaba las bolsas que recibía en el supermercado para echar la basura domiciliaria dándole así un nuevo uso, pero ahora debe comprar bolsas para ese fin, bolsas que también son plásticas y en algunos casos no reciclables.
Pero el tema del plástico en nuestra comuna no solo
se remite a las bolsas sino a muchas variedades del mismo material. Nuestra
comuna, conocida por albergar dos vertederos en donde nos llega la basura de
prácticamente el 80% de la Región Metropolitana, no tiene por ejemplo puntos de
reciclaje para el uso público de los vecinos en sus distintas localidades.
Salvo en la población Los Olivos de Til Til centro en que por medio de un proyecto
municipal se instaló una jaula para recibir botellas plásticas en la plaza de
dicha población, en las localidades de Montenegro y Rungue una de las empresas
que contaminan dispusieron de dos contenedores para que los vecinos de dichas
localidades depositen sus desechos no tengo la certeza (puedo estar equivocado)
de que esta medida se repita en otras localidades, independiente de que en
algunos colegios de la comuna se incentiva esta práctica, pero sigue sujeta a
los estudiantes de dicho recinto y no de acceso libre a todos los vecinos de la
comuna. Solicite información a la I. Municipalidad de Til Til vía Ley de
Transparencia N° MU319T0000775 sobre la adjudicación y ubicación de
contenedores para el reciclaje de artículos electrónicos y eléctricos que
debieron ser instalados en los colegios de nuestra comuna bajo la campaña “100
contenedores para Chile” impulsado por el Ministerio del Medio Ambiente en
donde Til Til está dentro de las 23 comunas favorecidas. En dichos contenedores
se podrán
acopiar residuos según las siguientes categorías: celulares y accesorios
(cables, cargadores, audífonos, etc.); cartuchos de tinta y tóners, pilas y
baterías, y discos compactos. La respuesta de la autoridad
hasta el término de esta columna aun la estoy esperando.
En el año 2016, un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE),
informo que solo el 4% de la basura en Chile se recicla, situación que se
intentó remediar en el congreso chileno mediante una ley el año 2017 y que
buscaba justamente incrementar esa cifra al 30%. Con estos datos y al tenor de
la realidad que vive nuestra comuna de Til Til, claramente nuestras autoridades
comunales están al debe en materia de reciclaje local, su postura es débil y
tibia entendiendo que cada chileno produce aproximadamente 456 kilos de basura
al año.
Una alternativa simple,
rápida y efectiva seria solicitar y dar las facilidades para que instituciones
como Coaniquem coloquen sus conocidas “Campanas” en plazas y lugares públicos de
la comuna para recolectar vidrio. Se podría por ejemplo solicitar a las
empresas que nos contaminan como Gersa y KDM que ellos financien la instalación
de puntos de reciclaje en la comuna, que se hagan cargo del retiro del material
reciclado y de esta forma, entendiendo que ellos también reciclan en sus
vertederos se ahorrarían la mano de obra de dicho proceso. Otra opcion es esperar la puesta en marcha de la
Ley Nº 20.920 “Ley de Fomento al Reciclaje y Responsabilidad Extendida del
Productor” luego de que se genere toda la reglamentación necesaria para regular
las distintas actividades asociadas al reciclaje y valorización de cada uno de
estos tipos de residuos. Entre otros aspectos importantes de esta ley es que se
reconoce formalmente a los
recicladores de base como gestores de residuos, quienes contaran con una
definición especial que los reconocerá como gestores participando en el mercado
del reciclaje. Es aquí en donde la comunidad puede tener una participación
clara frente al reciclaje local. Por un lado, se debe incentivar a que
organizaciones de la comuna se atrevan a incursionar en el reciclaje de base lo
que les generaría ingresos económicos y los propios vecinos aportarían
separando los distintos materiales para que estos sean retirados por las
organizaciones antes mencionadas.
Es de esperar que nuestra comuna tome
la delantera en materia de reciclaje, que las autoridades asuman la importancia
de este tema dando el ejemplo y revertir la imagen negativa que tenemos ante la
sociedad de ser llamados El patio trasero de Santiago.